Las Canastas Solidarias son ejercicios concretos encaminados hacia la consecuciòn de la Soberanìa Alimentaria que se vienen realizando en Bogotá desde hace mas de 2 años.
Consiste en la organizaciòn de familias solidarias de la ciudad que consumen alimentos , y de familias solidarias del campo o la ciudad, que los producen.
El encuentro directo entre ellas se realiza sobre los principios de la Economìa Social y Solidaria. Asì, se desafìan las dinàmicas del sistema agroalimentario convencional, generando nuevas formas de intercambio que se construyen sobre la confianza, las relaciones personales, la solidaridad.
El encuentro directo entre consumidores/as y productores/as permite el acuerdo alrededor de los precios, que al eliminar los sobrecostos de la intermediaciòn, son convenientes para tod@s.
Por un lado, l@s consumidores/as acceden a alimentos de producciòn agroecològica sin tener que pagar precios màs altos que los convencionales. De esta manera, evitamos los mecanismos de exclusiòn que dominan el mercado de alimentos, donde quien tiene dinero puede acceder a alimentos sanos, y beneficiarse de todos sus efectos, en la nutriciòn y la salud, mientras quien no lo tiene, debe conformarse con los alimentos producidos por la gran industria agroalimentaria, con sus dosis de venenos varios y su baja calidad nutricional. Es preciso recordar que nuestros paìses apuestan cada vez màs a la exportaciòn, y la producciòn orgànica termina muchas veces llenando las gòndolas de los mercados orgànicos europeos y estadounidenses.
Por el otro, l@s productores/as, reciben la completitud del precio final, y no un tercio o una quinta parte como sucede en el mercado convencional. Esto hace que el precio responda realmente a sus necesidades, y su actividad econòmica sea viable. Les resulta entonces posible permanecer en el campo y continuar con el cuidado de la tierra y la defensa del territorio.
En Bogotá.
Taller de Eco-construcción |
Sabemos que el contexto es muy adverso, pero consideramos que la base para hacer frente a este modelo que propone un campo sin campesinos y países en situación de dependencia alimentaria, empieza por la organización. Somos personas que vivimos en la ciudad, y que no tenemos posibilidad de producir nuestros propios alimentos, pero que podemos tener capacidad de incidencia si dejamos de ser consumidores atomizados, para ser consumidores organizados con poder de decisión acerca de quién nos provee de alimentos, por qué tipo de producción apostamos, qué productores apoyamos. Consideramos que el derecho a la alimentación no podrá realizarse de la mano de la gran agroindustria con fines de exportación, o de los grandes supermercados de cadena, cada vez màs controlados por capitales extranjeros oligopolizados.